Nuestro
día a día se ha convertido en un eufemismo de dimensiones
gigantescas. Y es que el país ha llegado a un punto en el que
parece que por fin, empieza a dudar de todo aquello que se supone lo
protege
y ampara. Y es cada día está más extendida la idea de un País de
las Hadas, o Idilicolandia, según los estratos, está terminando...
Creo recordar a una compañera bloggera, que en uno de sus post
reflexionaba sobre el estado del mundo y comentaba que cada día le
parecía más estar inmersa en una de esas historias, donde la
existencia de un personaje oscuro que maneja el mundo a su capricho,
se convierte en la pesadilla real del héroe de turno. Y puestos en
el tema, a mí cada día me da más la impresión, de que aquella
unión
formada tras el desastre por grandes visionarios, ha ido mutando su
idea de lugar pacífico y próspero para seguir siendo tierra de
visionarios, pero esta vez, de muy distinto calado: Los de ahora
parecen haber olvidado los principios básicos, dan la impresión de
ni tan siquiera conocer la historia más cercana, han vivido en un
sueño de grandeza jugando a ser los reyes de mundo, obviando por
completo pasajes de nuestra historia que de tenerlos en cuenta,
habrían ahorrado mucha tensión – pareciese todo esto un
teatrillo, teatrazo por el presupuesto- creado a la medida de los que
ahora son los poderosos, para justificar el sueldo. Es como si nos
encontrásemos en una montaña rusa, el Shambhala,
por ejemplo, y después de tocar el cielo y creernos dioses,
descendemos hasta las hondas depresiones, como un sueño de niño
pobre, más o menos, ¿Cómo todavía muchos de nosotros no nos hemos
dado cuenta de ello?
La
obra social de la Unión
ha terminado y ahora es tiempo de pagar todo el sueño. El retroceso
puede llegar a ser brutal, y no hablo de pesetas y euros. Voy mucho
más lejos, pareciese por momentos, encontrarse uno viviendo, en aras
de los romanos, pues tras haber conseguido la extensión -no voy
a pensar mal y no voy a creer que era su objetivo el retroceso- el
precio a pagar será tan alto como el que en su tiempo pagaron todas
aquellas tierras no siendo Roma – ahora no es Roma- llegaron a
formar parte del imperio. Socialmente cada día somos más parecidos
a ellos, patricios y plebeyos de momento, aunque la esclavitud aunque
encubierta, está a un paso, siendo el depósito dinerario central el
patricio y el esclavo pasará a ser el rescatado.
Una
intervención puede convertir de un plumazo a un país libre – un
de igual a igual- en un vasallo y a sus habitantes en meros
esclavos.
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