La pregunta ante la
situación podría dar respuesta a la posible búsqueda de
culpabilidad o si ésta, ha sido adjudicada "al azar". La
respuesta variará de manera notoria dependiendo del origen
–básicamente social- de nuestro entrevistado o interlocutor.
Primero se nos dijo que
los consumidores, que este colectivo, del cual creo nadie queda
excluido, tenían la culpa, que habían gastado por encima de sus
ingresos.
En respuesta a ello
primordialmente, se culpabilizó a los banqueros y a su mala praxis
en la concesión de créditos, sin considerar que ellos no son ni
puericultores ni pedagogos de sus clientes, sino meros mercaderes.
En la rebelión de los
usureros se dio un golpe de efecto certero donde fueron los políticos
en su labor legisladora, con las leyes establecidas hasta ahora, los
verdaderos artífices de todo esto revuelo. Nadie hasta el momento se
había dado cuenta que con los poderes establecidos –eso que
algunos llaman dictocracia, nadie se mete y entra bien recibido.
A partir de ese momento
fueron declarados culpables todos los siervos del pueblo, pero los
que son gente, los que trabajan duro, no los de arriba, no esos que
nosotros hemos elegido para que nos ayuden a suicidarnos -aunque
suene duro es así- los más débiles acabaran haciéndolo, los
supervivientes entraran a formar parte del suicidio social al que no
están abocando nuestros mandatarios electos. ¿Que a que venía lo
de dictocracia? Muy fácil, no es más que la definición del falso
estado de derecho que tenemos en el Pais de las Hadas, un estado
donde la instauración de la democracia no fue más que una
estrategia dentro del juego de poder para afianzar por medio de un
referéndum los poderes establecidos hasta ahora, eso por un lado, y
por otro, conseguir el convencimiento total de la población de un
supuesto cambio para evitar levantamientos. Han tardado años pero
lo han conseguido.
Por lo tanto, lo único
que queda claro en todo este proceso político-económico es que
dentro de los márgenes políticos establecidos no quedaría más
solución que crear una tendencia política lo suficientemente
valiente como para recortar desde el mismo poder, a su propia saga,
consiguiendo a la vez, una garantía de continuidad. Partiendo de un
mínimo de estabilidad política y social, los elegidos podran ir
trabajando en el marco de algo parecido al constitucional, eso si,
con reservas, con algunas reservas. Por y para el beneficio de
todos, debe existir una revisión exhaustiva de todo aquello
referente a la igualdad entre las personas, no siempre las igualdades
son justas, ni a la baja ni a la alta; no se puede seguir
consintiendo que seamos conocidos por un lugar en el sol donde prima
la permisividad en todos los sentidos. Y eso no es hablar de
dictadura, eso es hacer justicia. Debemos aparcar la dictocracia del
pelotazo, culpable (¿he dicho culpable?) de muchos de esos males que
adjudicamos a los bancos -porque se han inventado dinero y se han
cubierto las espaldas-; a los políticos -porque han entrado en una
espiral oligárquica propia de otros lugares y momentos- y han dejado
de trabajar por una pluralidad real; a los consumidores, -que somos
todos, como Hacienda- que han rebasado el límite del
multidesarraigo, ignorando su origen y posibilidades, sintiéndose
merecedores de todos los derechos y exentos de todas las
obligaciones.
Sintiéndose todos
víctimas de un sistema que se ha creado y refrendado con la excusa
del miedo y cuyo principal motivo es la dejadez, la impasibidad del
soñador, del que vive al margen de la realidad, estando en la
disparidad constante, esa que solo es capaz de albergar todas
aquellas mentes vulnerables,manipulables por cualquier sector,
por la formación básica ineficaz o inexistente, esa que sin ser nos
hacer creer y que un día de vuelta a la realidad, nos da un golpe
certero y mortal en la frente.
Ese es el momento,
y esa, la gran mayoría de nuestra gente, inconsciente, evadida de
capital y de moral.
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