De
nuevo recuerdo a aquel rapero o hiphopero, no sé, la verdad, es que
como de todo en general, pues sé lo justo, no soy ninguna lumbrera
intelectual ni personal, siento que soy un ejemplo fidedigno de
aquello que los americanos denominarn “ordinary people”.
Sin
salirme del tema de los... intérpretes, para no pecar de género, me
centro la calificación del gran eufemismo en que se está
convirtiendo este país, donde hace años que padecemos una auténtica
guerra encubierta, cuyos actos bélicos se denominan terroristas y en
la que los daños colaterales son víctimas. Ya está bien...
¿Porqué nosotros que tanto cartel nos damos de claros y directos,
de presumir a boca llena de llamar a las cosas por su nombre no
empezamos a hacerlo?
Por
comodidad, por haraganería, ¿como no nos va a ir como nos va? Es
mucho más fácil para nuestros gobernantes -los de ahora, los de
antes y los de hace cuarenta años- culpabilizar al pueblo de turno
de todos los hechos en lugar de dialogar, empezar a portarse como un
auténtico gobierno y empezar a poner orden y solucionar problemas.
Y
además, como se da el caso de que tenemos una etiqueta que dice que
somos democráticos, el diálogo ha de ser así. Y si el marco legal
no nos acompaña, pues entre todos, DEMOCRATICAMENTE, lo cambiamos, y
“aquí pan y después gloria”, sin dramatismos ni numeritos
patrióticos que no son más que alimento para esa parte que todavía
no se ha dado cuenta que además de no pertenecer a la clase que
puede solucionar, se cree en el derecho de permanecer pasiva,
esperando a que los demás solucionen sus problemas, mientras que
ellos, no tienen ni tan siquiera mediante la aportación de su
conducta cívica al día a día.
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