Creo
que con la cantidad de asociaciones que tenemos en este país es hora
ya de erigir una nueva. A mi me gustaría conocer quienes son
realmente los verdaderos culpables de todo el desastre humanitario
que está padeciendo este país. Me gustaría levantar un mea culpa
colectivo -porque realmente la sociedad no está exenta de culpa
debido a su pasividad. Con esta actitud nos hemos convertido en
encubridores de la situación en que nos encontramos. Con cifras en
la mano -cualquiera puede tirar de hemeroteca y comprobar que estoy
en lo cierto- un noventa por ciento de la ciudadanía es conocedora
de la desesperante situación que atravesamos y conoce la identidad
de todos aquellos que nos han llevado a tremenda catástrofe. A día
de hoy, uno puede darse un paseo por la prensa extranjera y comprobar
desde un punto de vista imparcial la peligrosidad y gravedad de todo
lo que está pasando en este país. Claramente se habla de
homicidios, no de suicidios. Es claro que ha esos periódicos no
llegan los tentáculos cañís a diestro y siniestro, - valga esta
vez la redundancia y algún que otro mal pensamiento- . Resulta
obvio encontrar en las manifestaciones colectivas la palabra
Genocidio en algunas pancartas. De seguir la progresión de
crecimiento de suicidios directamente relacionados con los
desahucios, no tendrán otro nombre. No debemos consolarnos viendo que
en países vecinos también hay personas con los mismos hábitos
frutos de -que nadie se crea eso de que son culpa de la depresión-
la desesperación, esa misma que han provocado unos hombres que se
sientan a ratos en un parlamento para hacer que intentan arreglar las
cosas, mientras que en realidad, no hacen más que urdir planes para
salir de rositas del despojo que han hecho en este país. No hay más
que movimientos en pro de un cubrimiento de espaldas de todos ellos.
Y es que no se puede esperar otra cosa de aquellos que durante un
tiempo quedaron en la sombra mientras eran otros los que ponían las
reglas. Ahora tienen la múltiple peligrosidad, que va desde su
maldad congénita escondida bajo capotes y mantillas, al rencor y la
sed de venganza acumulada mientras se han visto obligados a hacer un
paripé en pro de la modernidad y de una apertura que los acercara a
los grandes.
Y
lo realmente grave es que muy lejos de existir voluntad poner fin a
todo esto, se continúa abonando la delincuencia de altos niveles,
premiando las conductas culpables en lugar de recibir el merecido
-bueno, merecido no existe, es mucho mayor- castigo.
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